Parece tan terrible quedarse soltero, ser un viejo que tratando de conservar su dignidad suplica una invitación cada vez que quiere pasar una velada en compañía de otros seres, estar enfermo y desde el rincón de la cama contemplar durante semanas el cuarto vacío, despedirse siempre ante la puerta de calle, no ascender nunca las escaleras junto a su mujer, sólo tener una habitación con puertas laterales que conducen a habitaciones de extraños, traer la cena a casa en un paquete, tener que admirar a los niños de los demás y ni siquiera poder seguir repitiendo "Yo no lo tengo", modelar su aspecto y su proceder de acuerdo a uno o dos solterones que uno conoció cuando era joven.
Así será, pero también hoy y más tarde, en realidad, será uno mismo quien esté allí, con un cuerpo y una cabeza reales, y también una frente, para poder golpeársela con la mano.
FRANZ KAFKA .
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